POR JOMAGÚ
Cierta vez un crítico de arte, comentó como al pasar sobre alguna de las pinturas que hago, que notaba un cierto aire naíf, que en Francia un pintor contemporáneo tenía exactamente el mismo estilo, los colores y las formas de esos cuadros.
Escépico al comentario, pues al preguntarle el nombre y la época del artista aludido no me lo dio. Lo tomé como se deben tomar los comentarios de los que conocen, no echarlo a saco roto pero tampoco tomarlo literal. La corriente o estilo naïf, es explicado como una “graciosa falta de conocimientos técnicos y teóricos” respecto al propio trabajo, como lo haría un niño de cinco o seis años, en algunos casos denotaría una falta de perspectiva, puntos de fuga, proporciones, ritmos, equilibrios entre colores y formas. Aplica a los pintores que trabajan sin atenerse a reglas estilísticas.
En este sentido cabría preguntar qué tanto de todo ello es a propósito, donde quedaría en este caso la intención del artista, o del crítico que inició y acabó su búsqueda precisamente en ese lienzo que cataloga naíf.
Y es que el aspecto formal del trabajo, la labor de bocetaje, el rigor de las sombras y las luces que están de una obra no lo son todo, y es la doble labor del artista, camuflar todos los aspectos del trabajo tras bambalinas, despojar de todo el soporte a la obra y el mérito está en esta que todavía, incluso sin el artista, se sostenga y aún más, que sea expresiva. Es ir hasta ese lugar al que los críticos no podrán jamás llegar.
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Título: Ingenuo ,
Año: 2013.
Técnica: Acrílico sobre cartón.
Medida: 17×24 pulgadas.